domingo, julio 10, 2005

En el crepúsculo

Todos tememos el crepúsculo. Esa hora incierta en que el día y la noche no se deciden a gobernar, crea inquietud. Pregúntenle, si no, a Remo.
Son las 7 de la tarde. Remo sale maquinalmente de su oficina, camina las dos cuadras hasta el estacionamiento y recoge el auto, un viejo Renault herencia de su padre.
Las cosas no andan bien, repasa mentalmente: debo cinco meses de expensas, tres del garage, me duele la mano (¿reuma?) y tengo- como siempre- un hambre atroz.
Sale del estacionamiento, un viejo Garage quizás de 1920, con el olor de miles de humos instalado en sus paredes, el gris sucio que hace juego con el negro del techo, y con la ropa del encargado.
-Adiós, patrón—escucha, con un tono , sospecha, cargado de cierta intención.
-Chau, Ramirez— (este pelotudo me estará insinuando que debo tres meses?).

Sale a la avenida, un muro de ruido que Remo amortigua cerrando las ventanillas y poniendo la radio. Se pierde tras colectivos, motos de delivery, taxis, bocinas.
Según contó después, esa rutina diaria- la misma que desde 1990 ejecutaba cada tarde, fue la que lo salvó de morir soltero, angustiado y solo como un perro.
A las 7 y 10, Clara tomó el 39. A las 7 y 14, mientras el reflejo de alguna nube enrojecida se filtraba por la ventana, se dio cuenta de que esa tarde o noche, no iba a terminar como todas. Sus nueve meses de embarazo estaban con ganas de acabarse ahí mismo. El dolor punzante le avisó que esta vez iba en serio.
Sintió el líquido, un líquido, algo que le bajaba cálido por las piernas y gritó.
Frenazo del colectivo, tumulto, una señora que se pone histérica y el colectivero que baja, desencajado, y también grita algo, que Remo no escucha , por la radio y las ventanillas bajas, pero que ve. No se imagina qué pasa, pero cuando el tipo se acerca y le pide algo sabe que hay que escaparse de ahí, huir, rajar, hay problemas (un asalto?), y ante esa posibilidad, andate Remo, llegá rápido a casa, duchate y comé de una vez el pollo frío que te espera, pero el tipo se hace oír, un parto, algo así...
-Que pasa?.
-Necesito que lleve a una embarazada a algún hospital, está a punto- le grita.- Oiga, es urgente, ayúdeme.

Se imagina la escena que vivirá un segundo después, hace un rápido cálculo mental y sabe que no hay alternativas. Imagina su auto llenándose de gritos y de sangre, los nervios, no saber a donde ir, yo no sé nada de partos ni de hospitales, donde queda el de Niños , no tengo obra social, sí, cuidado, clínica Las Lomitas, donde queda eso, por Los Polvorines, pero no hay tiempo, agarre por el bajo, que hago mamá, ay mamá, llame a mi mamá con el celular. Sí 445434344 no, no entra, a ver dígame despacio 445... suena. Señora le paso con su hija, esta todo bien, mientras frena por el semáforo, duda si pasarlo. Un cana lo mira, lo para, pide papeles. Oiga oficial o cabo, tengo a la señora apunto de parir, necesito que me ayuden. El policía entra al auto y le indica por donde ir.
Todo esto se imagina Remo mientras ayuda al colectivero a colocar a la parturienta en el asiento trasero. Se queda quieto, como esperando órdenes.
—Voy cerca...estaba por ir al curso para embarazadas que dan en la clínica. Ay, duele un poco.
—No se preocupe, diga donde la llevo.
—A la Misericordia, en Mansilla.
—Como está?
—Bien, pero no le garantizo un viaje tranquilo...ayy
—Calma
—Estoy en calma, y muy contenta porque al fin llegó el día.
—Respire, eso hace bien
—Ja, parece la instructora, jadear, jadear, así, así
—Buen ritmo, señora
—Tengo 19 años , soltera, ayy, nunca me dicen señora
—Ahora le van a decir mami
—Ay como duele la put...perdon
—Grite tranquila.

Cuando llegaron, la ayudó a bajar y entraron a la Guardia.

—Me llamo Clara , gracias...
—Remo
—Ja, mami soltera, deséeme suerte
—Suerte, pero me quedo a esperarla
—No sea loco, váyase
—La espero, quiero saber algo de hospitales y partos.

Se enamoró. Mientras la ingresaban-todo bien, sin complicaciones administrativas- le agradecían su ayuda, lo despedían- pero no se quería ir-, mientras todo eso pasaba, se enamoraba, lo sabía, como un muchachito.
Salió a fumar a la calle a las 7 y 43. Miró las nubes rojas, aspiró con ganas el cigarrillo y vio ¿ raro no?, un pedacito del sol poniéndose al final de la calle.
Tenía hambre y una alegría tan grande que lloró.
Me lo contó así, tal cual. Todo pasó en el crepúsculo.
©03-10-2002