domingo, agosto 07, 2005

El fin de las Meteorologías (escrito en 1997)

En una época, a mediados del siglo XX, las Meteorologías otorgaban una fuerte y tranquilizadora visión del Mundo. Las cosas eran claras para todos: el Invierno era frío y el Verano cálido. Blanco o Negro. Patria o Colonia. No había otra cosa por la que optar. Uno podía elegir amar el fresco y la lluvia, las tardes húmedas y frías de sábado, la escarcha blanqueando las veredas . O podía preferir el calor, el Sol, las noches calientes y húmedas, las tardes luminosas y largas del verano porteño y estar seguro que esa elección era de por vida.
Por otra parte, la profesora de Geografía nos explicaba la absoluta transparencia de los fenómenos climáticos. Básicamente, sabíamos que el viento nordeste era cálido y húmedo, la sudestada, fría y húmeda, el pampero frío y seco y el viento norte, cálido y seco.
Que las tormentas venían del Atlántico y por eso Buenos Aires era más verde y húmeda que Mendoza.
El clima era un fenómeno nacional, argentino. Los fríos venían de nuestra Antártida, el pampero de nuestras pampas , la Sudestada del Mar Argentino y, solo había alguna intromisión extranjera con el viento norte, que al parecer venía del Brasil.
El verano era cálido y el invierno frío: la gente acomodaba sus períodos de descanso a este ciclo inmutable. Los comerciantes variaban sus ofertas estacionalmente , los hoteleros preparaban sus comodidades para enero y febrero, y, en fin, todo funcionaba con regularidad.
Hoy asistimos a la Globalización del clima y por lo tanto al Fin de las Meteorologías.
Una pequeña tormenta en Tailandia provoca sequía en España, fríos en Catamarca e incendios en Amazonas.
La baja de un grado en la Bahía de Tokyo provoca inundaciones incontenibles en Marruecos, calor inaguantable en Canadá.
El ataque puede venir de cualquier lado. El desequilibrio, la imprevisibilidad y la incertidumbre es la única regla. Se desmoronan Muros, caen paradigmas, se deshacen las creencias más arraigadas.
Las meteorologías ya no alcanzan para explicar esta realidad globalizada, ya no otorgan una visión estructurada de la realidad, donde causas y efectos, como buenos amigos, van juntas y de la mano.
Mi dolor de cabeza es debido a la baja presión, debido a la masa de aire cálido que surge del Pacífico, debido a la disminución de la corriente polar, debida al Agujero de Ozono, debido a la Polución, debido al desarrollo anárquico de la industria del Tercer Mundo, debido a un cambio en los flujos de capital, debido a los dolores de cabeza que los managers de los fondos de inversión tienen debido, también, a la baja presión.
La explicaciones se suceden unas a otras, todas contradictorias y tan anárquicas como la realidad que pretenden explicar. Los Gurues tienen espacio en los medios, la gente los consulta: ¿Deberé invertir en paraguas o es mejor que me refugie bajo el sobretodo? ¿No será mejor apostar todo a que va a llover? ¿Qué hace el gobierno que no protege el clima nacional de la invasión de climas foráneos?

Así las cosas, algunos nostálgicos pretenden que nada pasó, que todo se trata de una argucia de los medios de comunicación para alejar a la gente de sus verdaderas preocupaciones. Esta gente obcecada insiste en abrigarse en junio, aunque afuera haya 27 grados y va en shorts durante las frescas mañanas de febrero, cuando la temperatura roza los 15 grados. Saben que esta inestabilidad es pasajera y que las cosas volverán a ser como antes.
No tienen razón, es claro. Pero hay algo de admirable en su tenaz lucha por mantener ciertos valores en pie.
En su época los programas de computación le asignaban dos dígitos al año, en la tele había solo cuatro canales, los presidentes cuando duraban, lo hacían seis años sin reelección, la educación se dividía en primaria y secundaria, sin EGBs, Polimodales o TTP, había estabilidad del empleado público, el fútbol empezaba en marzo y terminaba en diciembre y se jugaba solo los domingos, había que ahorrar en ladrillos, las hamburguesas eran jugosas y sin pepinillos, no se festejaba Halloween en el colegio, había quintas en vez de countries, tiendas en vez de shoppings, cine en vez de videoclub, los actores no querían ser gobernadores, los políticos no querían ser actores de TV, las plazas eran cuidadas por guardianes y no por Citishopping s.a., las camisetas de los jugadores solo exhibían su número de puesto, que no pasaba del 11 y, como decíamos , en el invierno hacía frío y en el verano calor.
A veces da ganas de ser como ellos.