domingo, febrero 20, 2005

La rebelión

En octubre de este año -6.327-, por fin, está por comenzar la rebelión. Durante miles de años los perros nos hemos preparado para este momento. Cientos de generaciones acumularon decenas de millones de unidades de información, a fin de desatar al unísono y de forma letal la gran rebelión canina.
Supimos desde el primer momento que nuestros enemigos serían poderosos e implacables. Que dominarían la Tierra y que nuestro momento debía esperar.
Todo está escrito en nuestra biología, esa es nuestra invencible ventaja. A diferencia de los humanos que trabajosamente debieron inventar el lenguaje, luego los signos gráficos que lo representen, después encontrar soportes materiales para escribir esos signos, en fin, a diferencia de esa pobre gente a la que se le incendian bibliotecas, se le queman libros, y debe reescribir toda la historia cada pocos miles de años, nosotros registramos todo y nos lo trasmitimos por vía biológica. Así dominamos informativamente el mundo desde hace cinco o seis milenios. Nada nos toma de sorpresa. No necesitamos nada más que nuestro olfato.


Pero últimamente comenzamos a preocuparnos seriamente. Los humanos inventaron hace una generación o dos, los ordenadores. Al principio, sabíamos, esos rudimentarios y enormes aparatos solo servían para acelerar algunos cálculos sin importancia real. Luego, hará unos treinta años, lograron algunos progresos que comenzaron a inquietarnos: PC cada vez más pequeñas, móviles y baratas. Hasta ahí, solo señales preocupantes.
Hace unos quince años rompieron todo límite: inventaron la posibilidad de comunicarse entre millones de computadoras, a través de la Internet. O sea, un camino para crear la RED que, a semejanza de la nuestra, permita saber en cada lugar y a cada instante todo lo que se habla en todas las habitaciones del planeta.
Ese es nuestro gran secreto: la mega red que nos permite instantáneamente y en paralelo, saber cualquier cosa. Por ejemplo, cuándo y donde Alejandro cruzaría el Helesponto. Y dónde daría la primera batalla. Y qué haría en Isos, seguir marchando hacia el sur, o, contra toda doctrina militar, retroceder y vencer a un ejército diez veces mayor. Eso, el perro del Gran Rey persa lo supo antes que su estúpido y desinformado amo.
Pero ahora, llegó el momento. Están en camino de igualarnos y no podremos permitirlo. La orden de movilización fue dada, hay que organizar la rebelión. Algunos, no pueden aguantarse y agreden en forma inesperada a sus dueños: salen en los diarios y noticieros (ayer mismo un tonto Rottwailer atacó a su dueña).
No, esto hay que hacerlo en forma planificada. Para eso, en todas las plazas del mundo, en cada esquina urbana, en cada poste rural, las consignas, órdenes y consejos están esparciéndose. Olemos cada vez con más ansiedad las pistas que nuestros comandantes nos van dejando.

Yo personalmente, ya no sé cómo hacer para que mi amo me saque cuatro veces al día a la calle. Me hago el loco, salto, miro por la ventana y lloro, en fin, despliego todo el show hasta que el tonto- retonto, con esa sonrisa sobradora me dice:
-Bueno, Chester ¿vamos a pasear?
Yo meneo la cola y simulo alegría, mientras me pregunto cosas como “ en qué coordenadas espacio- temporales deberemos confluir acá en Palermo, Buenos Aires; qué centro de datos atacaremos; a quién habrá que matar primero para ir creando pánico creciente: serán niños, ancianas o malditos policías ...”.
-Muy bien, Chester, muy bien, pero vamos - me dice el retonto mientras me arranca del poste ese donde hay información A1 (alta prioridad). Me niego a moverme, decodificando un delicado asunto de logística, pero el estúpido tira fuerte de la correa y debo ceder.
Cuando llegue la orden final, lo mataré. A él y a toda la familia. Espero impaciente el momento.

12/06/04